
Acorde con los climas de la isla, con el mar generoso como despensa natural, huye esta cocina de las complicaciones y logra, con los mínimos elementos, creaciones deliciosas que, además, poseen el aliciente de lo natural, de lo autentico.

Otros platos muy típicos son el conejo en salmorejo, una salsa plagada de sugerentes aromas, la carne de fiesta. Cualquiera de estas especialidades puede y debe regarse con el vino de la tierra; con el oscuro tinto de Tacoronte-Acentejo, de calidades extraordinarias, o con el blanco del Sur (siempre la perenne dualidad).

Aunque, en este último capitulo de una buena comida, con la fruta compite una completa repostería de bien justificada fama, de entre la que hay que citar, por méritos propios, los huevos moles, la leche asada, el frangollo y el bienmesabe.
Pero, aun dicho todo esto, si el visitante no es partidario de las exploraciones y los descubrimientos gastronómicos, Tenerife cuenta con estupendos restaurantes de cartas internacionales, aparte, claro está, de otros especializados en cocines de diversos países: española, francesa italiana, alemana, hindú, mexicana...
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